miércoles, 4 de febrero de 2009

Granjera busca esposo

Bueno, bueno, bueno. He repetido experiencia alma de mallrat y he sufrido un quasi-shock. Mi amigüita y yo hemos entrado en H&M que, por cierto, ya nos ha notificado que no tiene ninguna intención de empezar a vender ropa normal en Castellón. Al llegar a la zona de saldos en ropa de niño porque allí sí que hay cosas de colores, me dice ella: “mira este vestido”. Y ¡¡¡horror!!!! me ha venido directamente a la cabeza Ella, así, con mayúscula.

Hemos definido su estilo algo así como Granjera busca Esposo, carne de Strafalarius, puntillita con leggin, colores marrones, blancos y crema y mucho palestino del palo, pañuelitos, tacones feos… Mi habitual capacidad para describir se ve completamente bloqueada. ¡¡Sólo me salen insultos!!

Me suena haberla visto incluso con botas de cowgirl y leggins marrones, camisola blanca larga beteada en plateado, todo como un despropósito andante, en mi humilde opinión, claro, porque ella debe verse monísima.

La conclusión es que mientras yo, de espíritu irremediablemente marcado por mi infancia escuchando a Parchís (vía mi hermana mayor) y mi adoración por La Casa Azul y Cola Jet Set, busco ropa de colorines, resulta que lo que toca este año, y parece que toca de verdad, es transformarse en una cándida pero resabiada mujer llegada del campo, con sus blusitas que parecen sacadas de antiguos manteles, ponerse cinturones por la cadera (¿pero no se habían pasado ya de moda de una puta vez?) y pasarse a los tonos neutros, como las celebrities en el almuerzo previo a los Oscar.

Tengo identificada una blusa de Strafalarius que ella se comprará en las próximas semanas, si es que no la tiene aún. Cuando se la vea puesta, diré para mis adentros… “Xa, que trendy!”.

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